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Terapia Evolutiva
Transpersonal

ESTER TORRELLA

Comprométete con tu propio proceso evolutivo

  • Foto del escritor: Ester Torrella
    Ester Torrella
  • 18 ago 2022
  • 3 Min. de lectura

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La individuación, diferenciación o maduración, es el proceso mediante el cual una persona deja atrás su dependencia afectiva y se convierte en un individuo autónomo y autosuficiente, conocedor de quien es en realidad y con capacidad para asumir la responsabilidad de sus propias acciones y decisiones adaptándose a las circunstancias, siempre cambiantes, que la vida le va proponiendo.


El proceso evolutivo de cada persona tiene su propio punto de partida y su recorrido. En este sentido es individual e intransferible.

¿Quieres recorrerlo conmigo?


El conocimiento de los elementos que predominan en tu tipología (aire, agua, fuego o tierra) y de qué manera y en qué proporción se combinan en ti, será tu punto de partida para comprender donde estás y el por qué has llegado hasta aquí. Cuando sea necesario descodificar las creencias limitantes que se vayan revelando en tu camino, los remedios alquímicos, siempre adecuados al momento y a tu tipología, serán tus mejores cómplices y aliados.


¿Has observado el progresivo interés que muestra nuestra sociedad actual a abrirse a nuevas formas de encuentro compartiendo afinidades? Fíjate en la cantidad de grupos temáticos o asociaciones que se constituyen prácticamente a diario. ¿Te has dado cuenta de que este interés no solo tiene que ver con el ocio, sino que también abarca numerosos proyectos de solidaridad, convivencia y respeto a la diversidad, educación, espiritualidad o calidad de vida, entre otros?


Como humanidad, estamos transitando por un periodo de transformación consciente. Nuestra mente conquistadora, individualista y depredadora -esa que ha puesto en peligro nuestra evolución como humanidad en el planeta-, ha llegado a su límite de expansión. Emergen a la conciencia nuevas formas, desconocidas hasta el momento, de vincularnos y relacionarnos, entre nosotros y con la naturaleza. Empezamos a comprender que somos parte de un todo y que nada ni nadie puede existir por sí mismo separado del resto; cada pensamiento, acción y decisión individual, afecta irremediablemente al conjunto. De esto trata la conciencia de unidad a la que estamos despertando.


La integración de este nuevo nivel evolutivo, requiere que cada ser humano se “diferencie”, es decir, que madure y se complete a sí mismo, que se individualice, en definitiva, antes de poder integrarse en un grupo o comunidad.

¿Te imaginas cualquier conjunto humano en el que todos sus miembros sepan quienes son y qué es lo mejor que pueden aportar de sí mismos a su comunidad -ya sea ésta familiar, profesional, social, cultural, etcétera-? La idea seduce, ¿verdad? Pues hacia ahí se dirige la nueva humanidad. La suma de “genialidades” enfocadas hacia un proyecto común, genera resultados muy superiores a los que se obtienen cuando los talentos no se comparten o, peor aún, cuando compiten entre ellos para ganar y desacreditar al talento rival.


No obstante, es vox populi que a los seres humanos nos cuesta cambiar; nos pesa el hábito, la inercia, las resistencias y la comodidad, entre otras cosas.

Abandonar la hipnótica nebulosa de la ignorancia, identificar y poner límites a lo que no te pertenece y reconocerte como un individuo único e irrepetible dentro de la gran familia humana, puede parecerte, a priori, una quimera. Sin embargo, solo realizándola, serás libre para amar aquello que eres en realidad. No hay evolución posible sin soltar las dependencias y asumir la responsabilidad de tu vida.

Es el momento de entusiasmarte con el valor de tus capacidades sin sentirte amenazado o amenazada por las capacidades ajenas. Es el momento de recuperar tu propia voz, esa que emerge directamente del corazón impulsándote a desarrollar al máximo tu potencial hasta alcanzar la maestría a la que está destinado.


 

 
 
 

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