El número y su significado oculto. Recuperando un modelo de cosmovisión tradicional
- Ester Torrella
- 26 jun 2023
- 3 Min. de lectura

En el universo hay un orden establecido que abarca la totalidad de la creación, desde lo que es infinitamente pequeño hasta lo que es infinitamente grande. Todo en él es energía, campos electromagnéticos vibrantes en constante relación de interdependencia.
Los números representan este orden: la Ley del Cosmos. Ellos encarnan los principios universales eternos que la voluntad humana no puede modificar. Los dígitos del 1 al 9 simbolizan los estadios por los que debe pasar una idea antes de convertirse en realidad; toda manifestación resulta de estos nueve dígitos que emergen del 0, el vacío lleno de potencialidad, lo que es Todo y Nada a la vez: la Gran Matriz Universal.
Cada número guarda dentro de si una vibración única que contiene información codificada que acerca de nuestra verdadera identidad: los aspectos comportamentales y psicoemocionales que nos conforman, pero también nos ofrece información acerca de lo que hemos venido a aprender a lo largo de nuestra vida, experiencias más o menos retadoras que se alternan y suceden distribuidas en cuatro ciclos, etapas o periodos de diferente duración en el tiempo.
El lenguaje simbólico con el que se expresan los números es universal y nos conecta con la Inteligencia en mayúsculas que ordena y rige el entramado de la creación.
El número y el signo tienen significados diferentes. El primero, el número, representa el valor cualitativo, invisible e intangible, que actúa en el plano simbólico, filosófico o espiritual de la existencia. Este es el aspecto del que se ocupa la Numerología. El segundo, el signo, es tangible y visible, y representa cantidades. Actúa en el plano material, midiendo y ordenando las cosas en el espacio-tiempo. Ambos, número y signo, son dos aspectos de una única realidad.
La física cuántica lo puso en evidencia a principios del siglo pasado, al estudiar la materia y su movimiento en el ámbito de lo más pequeño: el átomo y las partículas subatómicas que lo componen. Este proceso de investigación culminó con la formulación de una teoría que cuestionó creencias que hasta entonces se consideraban inmutables: todo en la creación se comporta a la vez como onda (número, invisible) y como partícula (signo, visible). Ambos comportamientos coexisten y son uno en realidad.
Fueron los egipcios quienes canalizaron la vibración electromagnética de cada número y le pusieron nombre y grafía para manifestar su vibración.
Pitágoras, filósofo, músico, matemático y místico griego, considerado el padre de la numerología, aprendió de ellos este conocimiento y, gracias a su escuela, nos ha llegado intacto hasta nuestros días.
Él fue quien estableció el código alfanumérico, el cual otorgaba a cada letra del alfabeto griego el valor numérico que le correspondía al compartir la misma frecuencia. Posteriormente, este código se fue aplicando a los diferentes alfabetos.
Pitágoras postuló también que en el universo rige la ley de la armonía matemática: cada número forma parte de un sistema más amplio y armónico, un sistema que se replica a sí mismo generando un proceso evolutivo de carácter cíclico. Cada parte de este sistema tiene la misma estructura y valor energético que el conjunto total y evoluciona obedeciendo patrones de crecimiento que se organizan en una forma de geometría sagrada (fractal). Así lo evidencia la serie o sucesión de Fibonacci o el número de oro, por ejemplo, ambas secuencias sustentan configuraciones biológicas y patrones de crecimiento como el que muestra la disposición de las hojas en el tallo, el crecimiento en espiral de algunos moluscos o la estructura del ADN humano.
La Numerología es, en definitiva, el arte y la ciencia de descodificar y de interpretar el significado simbólico del número y la progresión ordenada de toda la manifestación. Es una de las ciencias simbólicas más antiguas. Platón la consideraba el más alto grado de conocimiento y la esencia de la armonía cósmica e interior.
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